Arqueología de las emociones

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Se debería ya inventar una disciplina, la arqueología de las emociones. O la emoarqueología.

La emoarqueología tiene lugar cuando empiezas a ser consciente de que debajo de la aparente serenidad, calma o alegría de ti mismo yacen tesoros emocionales que necesitan salir a la superficie para que no se estropeen y bloqueen otros procesos generando así enfermedades o problemas de otro tipo.
Yo estoy de arqueóloga de mis propias emociones desde hace unos años cuando tuve que reconocer, a pesar de mí misma, que tenía cosas pendientes debajo de capas y capas de sonrisa.
Ahora, cada vez que descubro algo, intento sacarlo a la luz, maravillarme con ello, dejarlo fluir y resolverlo de esta forma.
Cuesta. Y no siempre funciona. O no siempre funciona a la primera. Pero ahí sigo, qué voy a hacer…

Al final hasta me gusta, me estoy redescubriendo a mí misma. La mejor receta para ser creativo y no estancarse y no aburrirse es explorar y volver a explorar la casa emocional de uno mismo – encima es sano.

¿Qué más podemos pedir?