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Unschooling (II)

El unschooling es aprendizaje constante auto-dirigido copiando, analizando, observando, sacando conclusiones y adquiriendo conocimientos del entorno en el que vivimos. Se considera que es una manera no formal de aprender – por lo tanto hay muchísima gente que la desprecia – pero en realidad es la manera más exhaustiva y seria de aprender que hay en este mundo. 

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Nos cuesta a todos llegar a ser conscientes de ello porque se nos bombardea constantemente con que el «único modelo que vale» es el escolar y hasta hace unos años yo pensaba lo mismo.

Ahora he llegado a la conclusión que el aprendizaje más riguroso y responsable que podemos adquirir es a través del unschooling, a través de nuestros propios intereses y talentos.

¿Qué podemos hacer como padres?

1. Primero pensar en cómo aprendemos de verdad nosotros. Por dar un ejemplo fácil, pero muy común: ¿cómo aprendo yo una receta de cocina? Normalmente elijo la receta, la leo y visualizo todo lo que hay que hacer. Luego simplemente preparo todo lo que necesito y la hago. Es decir, no memorizo palabra por palabra la receta, ni me pongo a aprender de memoria algo que no me interesa; la leo, la visualizo y luego actúo. Es la motivación intrínseca y la acción lo que nos conduce al aprendizaje. ¿Qué ocurre después de hacer el plato que me interesaba? Que al interesarme y al actuar ya la recuerdo para la próxima vez bastante bien – aunque todavía me ayude con el libro si no recuerdo bien todos los detalles – y, después de hacerla varias veces, ya me la sé NO DE MEMORIA, sino porque la tengo asimilada dentro de mí de forma visual, lógica, espacial y motriz. Todo el aprendizaje riguroso y duradero tiene lugar de esta forma; por repetición, sí, pero no una repetición mecánica y pasiva, sin sentido y sin lógica desde nuestro punto de vista, sin acción y sin ver de forma práctica qué hay que asimilar. La repetición es activa, el proceso tiene una pauta lógica, tiene sentido y motivación y en su desarrollo están implicados a veces todos nuestros sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. 

Hay que recordar eso también en otros ámbitos: por ejemplo, geografía, donde no aprendemos de verdad sin ver algunos de los lugares, sin ubicarlos en el espacio y sin viajar, en realidad; o historia, donde aprendemos hechos, acciones a los que igualmente necesitamos visualizar y contextualizar – intentar memorizar fechas y eventos no lleva a nada – lo mejor para aprender historia es leer novelas históricas o ver documentales y películas relacionadas.

2. Segundo, una vez que hayamos concienciado cómo aprendemos, hacer un paso más y darnos cuenta de que los niños aprenden de verdad de la misma forma cualquier cosa, se trate de conocimientos académicos o de adquirir una habilidad. Es importante entender el proceso de aprendizaje ya que nos será más fácil crear entornos, espacios y momentos, para que nuestros hijos asimilen de forma rigurosa y duradera los conocimientos necesarios.

3. Tercero, sabiendo todo esto, apoyar el aprendizaje auto-dirigido en la medida de lo posible rodeando al niño con estímulos intelectuales y emocionales de calidad, teniendo paciencia con su proceso de búsqueda y de asimilación y acompañándolo en todo momento si es necesario y es posible. Quien pueda educar en casa y prescindir de la escuela, que lo haga sin lugar a dudas; quien no, por lo menos que tenga claro que la educación que su hijo recibirá en casa (por las tardes, los fines de semana, las vacaciones) es la que más vale para su desarrollo como ser humano – los padres que presten atención a los ratos que pasan junto a sus hijos y que les rodeen de estímulos y cariño, que tengan paciencia con ellos y no permitan que la rutina escolar invada estos ratos familiares.  Los niños necesitan la presencia de adultos en su vida, lo que no necesitan es que se les atosigue y dirija imponiéndoles conocimientos no solicitados. Asimismo entender que el aprendizaje comienza desde dentro del niño y de sus motivaciones hace que no forcemos el proceso intentando adelantar etapas o meter con calzador conocimientos supuestamente «adecuados para cierta edad». Los conocimientos sólo son adecuados si uno está preparado para comprenderlos y asimilarlos, si tiene suficiente madurez emocional e intelectual para ellos. Eso es algo que no se puede controlar desde fuera, es como cuando aprendemos a caminar de bebés: sólo caminamos cuando estamos preparados física y mentalmente, no cuando nos lo dicen los adultos que nos cuidan.

«Explora, sueña, descubre» decía Mark Twain. Efectivamente de esto se trata en el unschooling, en el aprendizaje real, y los padres somos acompañantes de nuestros niños este precioso viaje que es su educación a través del auto-aprendizaje porque la curiosidad nos lleva a nuevos caminos sin necesidad de que alguien nos los enseñe; sólo hace falta que nos acompañen en estos nuevos caminos elegidos por nosotros. 

«Embrujada»

Una amiga mía, Teresa García, http://www.sincastigos.com/, ha puesto hoy en Facebook las siguientes preguntas:
«¿Y si las creencias se cambiaran en minutos??? ¿Cambiaría tu vida? ¿sería diferente si pudieras pensar que tienes la capacidad para hacer lo que quieres?»

Me he puesto a pensar y me doy cuenta de que sí. Está claro que sí.
¿Alguién se acuerda de la serie aquella de los años 60-70, «Embrujada»?
Samantha, la protagonista, era una bruja adorable que se casa con un mortal y forman una familia muy unida que se encuentra con los típicos problemas diarios con los que se enfrentan todas las familias de este mundo. Uno de los problemas era la madre de ella, vieja bruja a la que no le gusta su yerno (por ser mortal, sobre todo) y que no deja de intentar meter cizaña de vez en cuando entre ellos.
Pues bien, recuerdo que de pequeña me maravillaba no sólo de las capacidades brujeriles de Samantha, sino, sobre todo, de su carácter alegre y tranquilo, incluso cuando se cogía algún enfado. Hacía sin querer una comparación entre las madres que yo conocía y Samantha. Claro, la serie estaba bastante idealizada, por supuesto, pero yo era pequeña y no me daba cuenta hasta qué punto.

Después de 30 años he vuelto a ver esta serie junto a mis hijos, después de encontrarla en DVD en las tiendas, y fue ahora cuando tomé consciencia de lo gracioso y reconfortante que resultaba el carácter de la protagonista. También fue ahora cuando me di cuenta de que hay ciertos aspectos de la vida que no están tan idealizados en la serie.
Me puse a pensar del por qué y encontré la respuesta en seguida. Muy fácil, porque ella sabe siempre que tiene recursos para todo, sabe que es bruja y que ningún mortal le puede hacer daño, ni a ella, ni a su familia. Por eso tiene esta paciencia y alegría con todos los de su alrededor – familiares, amigos, conocidos, vecinos, enemigos, desconocidos…

Volviendo a las preguntas de mi amiga, Tere: si mis creencias cambiaran en minutos y pensara que tengo la capacidad de hacer lo que quiero mi vida cambiaría por completo.

Me ocurrió esto cuando decidí educar en casa, nunca tuve la duda de que somos capaces a educar a nuestros hijos, estaba tan convencida de que tenemos la capacidad de hacerlo que … ¡lo hicimos sencillamente! Los niños tienen casi 17 y 15 años, respectivamente, ya tienen ahora autonomía para estudiar y aprender solos muchas cosas aunque sigamos acompañándoles en este proceso. Miro atrás y no me arrepiento ni un segundo de haber tomado esta decisión, de habernos dejado llevar por este convencimiento en cuanto a nuestras capacidades como padres-educadores. Tuvimos un poquito de miedo al principio, sí, pero esta confianza en nuestras posibilidades nos hizo seguir adelante con mucho ímpetu.

También tuve esta sensación todas las veces que emprendí nuevas aventuras – de aprendizaje, de vivir en otros entornos, de probar nuevas maneras de pensar, incluso – siempre me decía que puedo hacer lo que quiero, y efectivamente lo hacía.

A veces necesitamos sólo una frase para cambiar de actitud frente a la vida. Otras veces no basta con una frase, quizá es algo que nos ocurre a nosotros o a nuestros amigos.

Cuando uno no está contento con lo que ocurre en su vida una buena táctica es imaginarse qué haría si pensara que puede cambiarla… y luego ponerlo en práctica aunque sólo sea en parte, y no tener miedo a los cambios. Se necesita tener valor para imaginarse cómo poner en práctica lo que crees que puedes hacer. Se necesita ser valiente para abrir la jaula de los pensamientos inoculados por terceros desde que éramos pequeños.

Hablando de personajes con valor (y puesto que hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer) otra mujer valiente que me vino a la cabeza es María, la protagonista de «Sonrisas y lagrimas» – en concreto pensé en la escena en la que ella misma se da ánimo al enfrentarse con el reto de ser por primera vez en su vida institutriz para siete niños: «All I trust I give my heart to, all I trust becomes my own; I have confidence in confidence alone! Besides which you see I have confidence in me.» (una posible traducción sería «Entrego mi corazón a todo en lo que confío, y todo en lo que confío llega a ser mío; ¡sólo tengo confianza en la confianza misma y además, ya ven, tengo confianza en mí misma!»)

Precisamente la clave es tener confianza en uno mismo y no ponerse límites.